Malos hábitos que aceleran el envejecimiento

Aunque el envejecimiento puede deberse a numerosos factores, sin duda, la práctica constante de malos hábitos desencadena en un envejecimiento prematuro de la piel.

La eterna juventud no existe, pero sí que podemos mantenernos jóvenes durante más tiempo, evitando los hábitos más perjudiciales, tanto para nuestra piel como para nuestra salud.

Signos de la edad en la piel

La aparición de arrugas, manchas y signos de expresión son señales que indican envejecimiento de la piel. Es algo natural que toda persona debe afrontar conforme pasan los años, ya que según avanza el tiempo se disminuye la producción de colágeno y elastina. Sin embargo, cada vez es más común detectar casos de jóvenes que presentan signos en la piel propios de una edad más avanzada.

Estas tempranas imperfecciones pueden ser causadas por factores genéticos, pero en la mayoría de las veces suelen ser debidas a la adopción de malos hábitos (alimentación, tabaco, alcohol, etc.) que aceleran el deterioro cutáneo.

Por este motivo es fundamental identificar a tiempo los hábitos más perjudiciales para modificarlos antes de que surja un envejecimiento prematuro de la piel.

Malos hábitos que afectan a la piel

Si practicas alguno de estos hábitos de forma continua trata de corregirlos desde ahora para no sufrir las consecuencias del envejecimiento prematuro:

Las grasas saturadas

El exceso de grasas, azúcares y refinado repercute en la elasticidad y tonicidad de la piel, provocando la aparición de arrugas, líneas de expresión y flacidez, puesto que las proteínas de baja calidad merman el colágeno y la elastina.

Por tanto, evita el consumo de alimentos ultraprocesados, como pizzas, hamburguesas, snacks de bolsa, bollería industrial y eterno picoteo. En su lugar, incluye fruta y el pescado en tu alimentación para mantener tu piel joven.

Suprimir el desayuno

No desayunar disminuye el nivel de azúcar en sangre, lo que genera un suministro insuficiente de nutrientes en el cerebro. Al no haber nutrientes suficientes el organismo tira de sus propias proteínas, entre las que se encuentra el colágeno, por lo que esto provoca una disminución de la elasticidad de la piel, dando lugar a la aparición de arrugas.

Beber poca agua

La hidratación también es muy importante para nuestra salud cutánea, ya que las células necesitan agua para regenerarse y eliminar las toxinas que se acumulan en la sangre.

No consumir suficientes líquidos interfiere en el proceso de renovación de la piel, causando sequedad, arrugas y pérdida de firmeza.

Tabaco y el alcohol

El consumo excesivo de alcohol provoca retención de líquidos en el rostro, dando lugar a bolsas, ojeras, patas de gallo e inflamación. Además, deshidrata la piel, provocando manchas debido a que no permite un flujo adecuado de la sangre.

Algo similar ocurre con el abuso de bebidas con cafeína, ya que afectan a los niveles de humedad de la piel y, tras causar sequedad, conduce a la aparición de signos de la edad prematuros.

El tabaco, por su parte, reduce la sangre que llega a la piel hasta volverla gris. Incluso favorece la aparición de manchas y calvicie. Afecta a la circulación, interfiere en la oxigenación y nutrición de las células que mantienen la piel sana.

Tomar el sol sin protección

Exponer la piel a los rayos UV sin protección daña las células sanas y, además de acelerar el envejecimiento, aumenta el riesgo de desarrollar cáncer de piel.

Es primordial tomar el sol con cuidado y en pequeñas dosis para ayudar a fabricar vitamina D, esencial en la mineralización de los huesos

El sedentarismo

La falta de ejercicio obstaculiza y ralentiza de forma progresiva la regeneración celular y natural de la piel.

El ejercicio físico mantiene el cuerpo activo y mejora la circulación sanguínea y linfática.

Falta de sueño

Dormir menos de 7-8 horas diarias afecta el proceso de oxigenación cutánea y, a su vez, causa problemas como arrugas prematuras, granos, bolsas y ojeras, piel opaca y flacidez.

Durante el sueño se libera la hormona del crecimiento, que estimula la formación de más tejidos, permitiendo que los niños aumenten su estatura y que los adultos aumenten la producción y renovación del colágeno en todos los tejidos.

Estrés

El estrés altera las hormonas y hace que la piel no se regenere a la velocidad necesaria para mantenerse joven. Igualmente reduce la capacidad de protección de nuestro organismo frente a enfermedades e infecciones, acelera el envejecimiento de las células de la piel y tensa los músculos del rostro provocando arrugas y líneas de expresión.

No cuidar la piel

La piel necesita unos cuidados diarios para mantenerse joven, humectada y con un aspecto saludable.

Ignorar los hábitos estéticos, desde la limpieza (por la mañana y por la noche) hasta la hidratación, aumenta el riesgo de deterioro prematuro y envejecimiento.

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